Se ducha a conciencia y con mucho mimo. Sale fresco y aseado, con la piel rosadita, suave. Y huele muy bien.
Se recorta la uña del dedo gordo del pie y le echa un vistazo: es flexible y transparente, reluce.
Se la mete en la boca y la lleva todo el día entre dos muelas. Juega con ella de vez en cuando, pincha un poquito al pasarle la lengua.
Se la guarda para usarla después de comer, para limpiarse los huecos entre dientes. Después la tira.
Os parecerá repulsivo, pero no hay motivo, es todo super higiénico, no pongáis esa cara, abrid un poco la mente ¿no? Yo creo que es buena idea para no tener que llevar el cepillo de dientes encima todo el día.
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mmh...
ResponderEliminarLo malo es el sabor a corteza de cerdo, que no se va de la boca. Claro que no debería saber eso.
ResponderEliminarLalo Kubala, historietista de "El jueves", coleccionaba sus propias uñas. Al efecto tenía preparado un antiguo monedero reconvertido en cofre del tesoro.
ResponderEliminarHay un vago placer en esta mínima automutilación; si después se le dota de utilidad funcional, mejor que mejor. ¿Hay algún signo mayor de amor que recortar a tu pareja las uñas de los pies con los dientes? (Después de la ducha, claaaaaro).
Respuesta: Sí. Más amor se demuestra haciéndolo ANTES de la ducha.
Aaaaaaaaaaarg! pero qué te pasa??? Qué ascooo!! TAMPOCO ME GUSTAAA!! (estoy leyendo al revés...)
ResponderEliminar¡No es tan loco! ¡No es tan loco!
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