Estoy un poco en contra de esa especie de zapatillas, manoletinas parece ser que se llaman,
que dejan la parte final de las ranuras entre dedos al descubierto. Da la sensación como de que es bastante probable que esos huecos se llenen un poquito de roña. Esos pequeños espacios dan la sensación de invitarla a entrar. Aquí se está bien, se está calentito.
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Es el escote de los dedos
ResponderEliminarLo peor es la indefinición, ese estado fronterizo, ese ni pa mí ni pa ti de tendones a la vista y medios dedos que parecen clamar: "¡Pisadnos! ¡pisadnos con buenos pisotones!".
ResponderEliminar(Muy bueno el vistazo greguerístico de Don Mingo)
Descubrir que un dedo se ha escapado. Un cualquiera. No conozco sus nombres, coño. Un dedo asomándose por encima de la manoletina sin que la chica se de cuenta. Podría dibujarlo. Entonces todo sería más sencillo.
ResponderEliminarEl nombre de los dedos. Ese es otro asunto a tratar.
A mí me dan rabia, estas manoletinas, este calzado de torero.
ResponderEliminarEl escote de los dedos. Ves? poesía de la que a mí me gusta, abuela.