Pequeños riesgos a los que estamos expuestos y a los que no atendemos lo suficiente, los abismos a sólo un pasito de la consciencia, las delicadas membranas de la normalidad siempre a punto de romperse.
Un cirujano operando, cortando la carne con el bisturí, viviendo esa experiencia totalmente en el terreno de lo cotidiano, es capaz de pensar en cualquier otra cosa a la vez que opera, a la vez que realiza incisiones en los órganos. Se relaja tanto, está tan tranquilo, se siente tan en casa, que pincha un trocito de pulmón y se lo lleva a boca.
Inmediatemente lo escupe en el suelo horrorizado.
Luego, claro, como consecuencia, le retiran la licencia de médico (¿?), lo pierde todo, su familia lo abandona, etc.
Ese segundo de distracción ¿eh?
Hay que estar muy atento siempre.
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Pero que muy bien, abuela. Muy bien usted y lo suyo. Anímese ahora a ver la última película de Tarantino y escriba unas líneas con sus emociones.
ResponderEliminarEs capaz, abuela?
muy bien por la abuela q no decaiga
ResponderEliminarLa última frase parece sacada de una reunion de Acólitos Anónimos ("soy la abuela blogera y sigi viva")
ResponderEliminarEn fin, ya entrado en el tema, su blog me parece bueno, creo que daré unas vueltas por aquí más seguido.
Saludos abuela!
PS: Lo de Acólitos es un error de tipografía...eeh...accidental.
lo de *sigi por sigo SÍ es accidental. En serio!!
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