Durante una conferencia en la que te aburres haces como un dibujo de tu nombre en el borde de la libreta, tu nombre en plan grafiti, te recreas, resigues los bordes, lo sombreas, le pones una tela de araña en un rinconcito... cosas así. Hasta que no acabas no te das cuenta de que has cambiado el orden de alguna letra: MATRA, IGANCOI, VAJIER.
No es que no hayas reparado en el orden de las letras porque te has concentrado en cada una de ellas por separado. No es eso: has estado pendiente del conjunto en todo momento. Tampoco es que seas disléxico, por favor, no echemos manos de los tópicos, no prejuzguemos, por favor.
Ha sido un lapsus, un lapsus linguae, pero de media hora. Una cosa imposible: un lapsus es cosa de décimas de segundo, pero el tuyo ha durado un buen montón de minutos, has vivido en ese impás mental durante un buen rato, algo que a nadie le había sucedido nunca antes.
Has perdido una buena oportunidad para explorar esos territorios desconocidos del subconsciente, la has tirado por la borda haciendo telitas de araña y mierdas.
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La abuela no da tregua, todo son grandes hallazgos. No puedo más que aplaudir este blog y todo lo que conlleva.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo, Noguera.
ResponderEliminarTu tampoco eres manco.