Hay un vomito en medio de un vagón de los Ferrocarriles Catalanes, justo a los pies de uno de los asientos. El vagón está lleno de gente, pero en esa zona, la zona afectada, nadie ha osado sentarse.
En la estación de Sant Cugat entra una señora con abrigo de piel, sin manías, y se sienta en ese sitio. Sus pies chapotean en el vómito. Ella mira por la ventana, agarrada a su bolso, muy digna.
Se llega a descalzar, muy normal. Parece muy tranquila, muy serena.
Pero en realidad está muerta de miedo. Es una señora que nunca antes había cogido el transporte público. Debajo de esa pose señorial el corazón le va a tope, no piensa con claridad, está confusa, y ostras, ha entrado en el vagón, ha visto ese sitio y ha pensado que, si no se sentaba, si demostraba asco, la gente se daría cuenta de, no sé, de lo suyo, de que es rica, y ella quiere pasar desapercibida porque tiene miedo de que la atraquen o peor.
Una enajenación muy loca producto del miedo.
Ostras, mira, lleva medias, marrones.
Así pues la imagen de hoy es esa, pero la emoción no es Asco ¿eh? sobretodo. La emoción de hoy es Miedo. Véis por dónde voy ¿no? La imagen del miedo son unos pies enfundados en unas medias marrones que acarician un charco de vómito. Pensad si es posible o si, como me temo, la abuela de hoy ha resultado ser un fracaso absoluto.
1/14/2010
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la mente de la abuela vuela.
ResponderEliminarEl miedo es un motor poderoso, de los más versátiles para crear imágenes como esta que sugiere Ud. El placer es completo cuando la imagino y A LA VEZ la mezclo con alguna entrada de "La espuma de las noches". Esta fusión (y las facilidades actuales para hacerlas) la habrían apreciado mucho los surrealistas. La pierna enfundada en una media que pisa un vómito, temerosa su dueña del "qué dirán", es puro Magritte.
ResponderEliminarNo es miedo. Es sensualidad. Ved al rico de Novecento con sus pies sumergidos en mierda, mientras odrdeña una vaca. Sensualidad pura.
ResponderEliminarEl vómito solo es mierda. Y los olores de FGC añaden el punto de sensulidad. Nada de miedo.
Tal vez confundió la bossa que sona con la boçada.
ResponderEliminarLos aparentemente modernos aseos de los rodalies madrilenys son un museo de los horrores de la falta de puntería. Su puerta futurista a veces se abre de forma inesperada, y deja ver el horror.
Pero es más terrible oler el miedo de la gente inexperta en el transporte público de las grandes ciudades, que tan bien ha retratado la abuela. Ese llegar una hora antes para escrutar los indicadores cada diez segundos, ese no poder estar sentado en el andén, como si los trenes no pararan y los tuviera que coger uno sobre la marcha. Se puede adivinar la gota de sudor bajando por la espalda de los pobres infelices, deslizándose hasta la goma de su ropa interior.
Aún tengo pesadillas con mi primera experiencia con los torniquetes.
una vez debatía con mis amigos qué daba más asco encontrarse en una croqueta de un bar: una rata o un condón usada. Llegamos a la conclusión de que lo más fuerte sería una rata muerta dentro de un condón usado.
ResponderEliminarEscribes desde London? :) Helloooooo!!!!
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