Es una bolsa de plástico, normal, de las que dan en los supermercados, pero troquelada por la base de sus asas, de forma que no aguante ningún peso.
La cosa es ver como las señoras, al final de la cinta transportadora de la caja del supermercado, después de llenar las bolsas a tope, las agarran por el asa para llevárselas y pah, se les cae todo al suelo.
Se quedan con las asas en las manos, cogidas muy fuerte (en el momento en que se cae todo, en un acto reflejo, redoblan la fuerza con la que tienen agarradas las asas y, en esa décima de segundo, como si eso fuera a evitar que se desparramara todo por el suelo, se llegan a clavar las uñas en la palma de la mano, se hacen incluso un poquito de sangre, unos puntitos de sangre muy sutiles)
No fabrican esas bolsas así por un tema de costes, de hecho puntear las asas encarece la producción en un 10%.
El gritito, el gritito de susto del ama de casa al golpear los alimentos contra el suelo, ese agudo, esa verdad de flauta, ese instante de bebé llorica, de niña consentida, joder, ese coño silbando me atrevería a decir, desde la profudidades del alma, eso es lo que se busca con esta iniciativa.
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¿Sólo funciona con marujas, o el ejercicio atañe tambien a los "singles"? No tengo un coño susceptible de silvar, pero hago la compra igualmente.
ResponderEliminar¿Y un guardia de seguridad que porra en mano impide que algún metomentodo ayude a la señora a recoger las cosas del suelo?
ResponderEliminarOyendo esos grititos que se producen uno tras otro, conforme las señoras van pasando por la caja ¿se comprenden las tremendas erecciones que puede alcanzar el guardia?
"verdad de flauta"
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