Recibe una llamada de la secretaria del Director General: el consejo de dirección está reunido y quieren verle ahora mismo.
-¿Qué coño…? Joder.
Se pone a sudar. La sangre le bombea muy caliente en las sienes, por todo el cuerpo le arden las venas y un vómito ácido le raja por dentro desde el culo hasta la garganta.
Se levanta.
En el ascensor se le humedecen las axilas, le pica la vejiga y le escuecen los ojos
Se abren las puertas: entre él y la puerta de la sala de reuniones se interpone la presencia borrosa, fantasmagórica, de un niño que sujeta una pelota.
Ese espectro le habla.
-Eres gilipollas -dice.
6/10/2010
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El dibujo da miedo.
ResponderEliminarLa pelota no la vemos por ningún lado, perdona que te digamos, eh.
ResponderEliminarEl otro día estuve con Nina, y me trató peor que nunca. Me ninguneó, me insultó, se rió de mi...
ResponderEliminarYa se ha convertido en una bola de papel de plata imposible de volver a su forma original.
Este relato y dibujo me han recordado muchísimo a lo que me supone a estas alturas quedar con Nina.
No entiendo nada.
Perico, hay una pelota, está ahí, detrás de la bruma.
ResponderEliminarXavi, tengo planeado quedar con Nina la semana que viene y estoy acojonado. Creo este post es fruto de ese miedo.
pero qué puta mierda es esto
ResponderEliminarte pongo un 1,2 y me duele a mí más que a ti. te lo aseguro.
S.
Todos, tambien vosotros, hemos sido niños y ahora seguramente alguna vez gilipollas.
ResponderEliminarNo le duele que el niño le llame gilipollas. Le duele que lo haga con acento aragonés.
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