6/23/2011

¡ay la madre!

Mientras conducía pensaba en "¡ay la madre!", pensaba que es una expresión que nunca había usado y que, quizás, en el futuro, si se daba la ocasión, podría plantearse usar. En éstas no ve a un niño que cruza la calle y lo atropella mortalmente, y de una forma precipitada, en una décima de segundo, sin tiempo para pensarlo, confundido en el horror, decide colocar ahí su primer "¡ay la madre!".

Luego, íntimamente, se siente más culpable por haberse permitido esa frivolidad que por el propio atropello.

4 comentarios:

  1. Ese momento es brutal!! El acto de ejecución íntimo, esa décima de segundo cerebral en que decides usar la expresión, tu boca obedece y pronuncia la fórmula en voz alta, pero sólo para ti, en la intimidad de tu coche. Hay mucho ser humano encerrado en esta idea. Brutal!

    ResponderEliminar
  2. Anónimo11:51

    Zumbatástico

    ResponderEliminar
  3. Esas décimas de segundo precipitadas, por esas rendijas puede aparecer cualquier cosa.

    Y la culpa de después, muy bien, la culpa también es frívola, se retroalimenta. Está metido en un buen lío, sea quien sea.

    ResponderEliminar
  4. ¡que le pario !...¿No ?.Con los nervios se ha acordado del final de la frase .

    ResponderEliminar