9/10/2010

Eso de que en los aviones las mascaras de oxígeno caigan de golpe, con un fuerte estruendo. Eso de que den un susto añadido, que aporten un plus de terror, a contratiempo, como si no fuera suficiente lo otro.

El extra de miedo. El pequeño adelanto. La bromita. Luego ya, luego ya viene la de verdad.

Dan un buen manotazo a esa sinfonía enredada de horror: el gritito a coro de todos los pasajeros, el último instante de orden en medio del caos. Lo ponen todo muy firme por un momento.

4 comentarios:

  1. Frente a la inutilidad del oxígeno, deberían caer del techo confetti, matasuegras y narizotas con gafas y bigotón. (Qué bromista el piloto de aquel avión. Se jugó el sueldo y el puesto de trabajo, pero prefería el desorden a la injusticia.)

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  2. Sólo quería remarcar una cosa, que podría ser de cualquier post de la abuela...los diminutivos, esos Flanders tan propios de la abuela, ese reducir el mundo a algo pequeño,aprehensible y amable, cachorros que no te atacarán seguro. Me parece algo que está ahí, un síntoma muy claro de lo que en el fondo esperas de la vida Ignacio.

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  3. Jonathan detecta muy bien la ingenuidad que intenta esconderse detrás de todo este montón de posts a medio camino. Ve muy claro el habitus lúdico y aniñado de que adolezco. Sabe que son travesuras.

    Ignacio.

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  4. La abuela Ignacio a partir de ahora, por favor.

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