Estuve en un concierto el otro día en el que uno de los músicos llevaba
unos cascabeles atados al tobillo con los que acompañaba el ritmo de la percusión*.
Coño, no pude dejar de pensar en qué hubiera
pasado si se hubiera declarado un fuego en la sala, en ese pobre músico huyendo
despavorido con el terror en la cara, abriéndose paso violentamente entre la
turba y sonando a bien fuerte a jingle bells.
*Tocaba un puto platillo volante.
Declarar un fuego. Declararlo a hacienda. Fuego no declarado, fuego negro... muerte.
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