Sería bonito una pastelería en la que, para organizar los turnos de atención al cliente, en lugar de papelitos con un número, dieran velitas encendidas, velitas de cumpleaños. La pastelería estaría iluminada sólo con la luz de esa velas que, en procesión, los clientes aguatarían entre sus dedos. Me gustaría que ese hecho, eso de aguantar velitas pequeñas, generara un ambiente monacal, una melancolía silenciosa, una pesadumbre devota de la repostería.
Ese es mi pequeño deseo hoy, soplo las velas y pido ese deseo, soplo las velas que sujetan los clientes de la pastelería con la que sueño.
¿Pero y toda esa atmósfera fúnebre de la pastelería qué? ¿qué me decís de eso? Es una pastelería que han montado en una antigua ermita románica, venden monas con la cara de Mesi si hace falta, no hablamos de recrear la cocina medieval ni nada de eso, no hay ninguna intención premium por ningún lado, venden huevos Kinder, pero en esa quietud fresca de piedra y moho.
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Que fueran petardos. Tienen que atenderles antes de que les explote en la mano. Les asegura que la cola va a ir rapidita.
ResponderEliminarSe quemaban los dedos esperando y se los chupaban, claro. Desde fuera interpretaban que los dulces de esa pastelería estaban muy buenos.
ResponderEliminarFeliz cumpleaños!
ResponderEliminarMuy bonito lo de hoy. De leer e irse durmiendo acurrucado en una silla giratoria de felpa.
ResponderEliminarY cuando no tienen clientes esperan en la oscuridad. No pueden irse nunca de allí porque no pueden mirar la hora. Cuando llega el primer cliente de la mañana aprovechan la luz de su vela para peinarse, afeitarse, leer el periódico, etc.
ResponderEliminarY desoués de ser atendidos ¿qué hacen con las velas? ¿Las devuelven o se las quedan y salen a la calle con ellas emulando una especie de procesión?
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