Un niño se ha hecho una herida y la protagonista del documental, Pilarín Bayés, va a curarle, y bueno, hay otra niña, y Albert Om, el presentador, la aparta con una pequeña caricia porque se ha puesto en medio del plano. Esa caricia es para mí la encarnación más sibilina del mal.
Lo más turbio de lo mezquino está concentrado con toda su energía en ese pequeño gesto. Es violación moral salvaje.
Está todo lo perverso en esos deditos flojos.
Y la mano tapándose la boca luego, qué? No sé si muestra arrepentimiento e icredulidad, o está celebrando su maldad y se está tapando la risa.
ResponderEliminar¡el dimoni a domicilio! qué miedo
ResponderEliminarCuánta tensión concentrada en 8 décimas de segundo... qué vergüenza ajena sin un sólido porqué
ResponderEliminarEl tipo mira de abajo arriba. Con eso lo digo todo.
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