Un capo mafioso intenta convencer a aquel pobre anciano de que le proporcione una información vital que, por alguna razón moral, el viejo se niega a dar.
Entonces, ya sabéis cómo va, el mafioso, poniéndose muy cómodo, se arranca a explicar una historia suya: algo de un amigo que tuvo en la infancia o cualquier mierda así.
Piensas que la historia del gangster acabará con una especie de moraleja jodida, o con algún tipo de amenaza velada que finalmente hará ceder al pobre hombre.
Al final resulta que no, que el mafioso estaba contando esa historia porque le había salido de los cojones.
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En realidad el mafioso se ha puesto por inercia a replicar el cliché que ha visto en las películas, se pone a tararear esa melodía en un acto reflejo más allá de su voluntad, como si, siendo un espectador de sí mismo, a su inconsciente le hubiera parecido que había que tirar por ahí, que esa era la nota que sonaba bien después de las otras.
Ese pobre mafioso, él es la víctima.
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Muy flojo. Lo sabes, ¿verdad?
ResponderEliminarQue va a ser flojo?. La abuela no puede estar floja. Su solidez procede de algo que va más allá de lo que veas ese día. Deberías saberlo...Fatale.
ResponderEliminarA VER HOSTIA
ResponderEliminarME PONGO BORRICO
IMPOSTANDO AJENIDAD
ME JODE QUE TE ESTÉS DEDICANDO A OTRA COSA QUE NO SEA CREAR Y DAR CUERPO A ESTAS HISTORIAS
JODER
SOBREACTÚO
PERO LA QUEJA ES REAL
ABUELA
EL MUNDO TE NECESITA
S.